Desde su retirada en 1969, Anquetil vivió en un granja cerca de Ruán (a 130 kilómetros de París), dedicado a la agricultura y los animales, completamente retirado del ciclismo, un ciclismo donde siempre se ha criticado su estilo aprovechado y calculador.
Anquetil nació en Mont Saint-Aignan, una aldea próxima a Rouen. Casado con Jeanine, la exmujer de su médico deportivo, y tiene una hija. Por otro lado, existe todo un culebrón en torno a su figura, amante de la fiesta, del champán, de las mujeres (tuvo tres), y fruto de una surgió Sophie, es hija de Annie Anquetil e hija y nieta del célebre ciclista francés Jacques Anquetil. Una situación conocida y consentida, según el libro que publicó Sophie, por esta extraña familia que se organizaba como un harén y que también incluía a la nuera del ciclista, con quien éste tuvo otro hijo varón antes de morir. Menudo culebrón.
Fue una niña que tuvo por padre a su abuelo, por abuela a la esposa de éste, por madre a la hija de su abuela y por hermano a su propio primo. Sophie escribió un libro: 'Pour l’amour de Jacques'. Sophie habla de “una magnífica historia de amor” de la que siempre se sintió “orgullosa y admirada”, donde ella fue “el centro de interés” de un “amor profundo” y de una familia donde “todo se compartía”. Hay que entender que el clan Anquetil vivió bajo el lema de los mosqueteros: uno para todas y todas para uno. Su padre fue un héroe dominador, tanto en su vida profesional como privada.
Culebrones aparte, empezó a montar en bicicleta en su pueblo. Un compañero de colegio le desafió a correr 100 kilómetros y, aunque no le ganó, le animó a entrenarse y a participar en competiciones. A los 17 años se inscribió en un club local, que regalaba una bicicleta a quien ganara cuatro carreras y Jacques Anquetil lo consiguió. Empezó a prepararse en serio y debutó en el Campeonato Nacional de Francia para amateurs logrando el título a la primera.
"La edad ideal", comenta Anquetil, "para empezar a competir y llegar a ser campeón es los 16 años, como Eddy Merckx, pero eso es dificil. Sin embargo, las categorías pequeñas son peligrosas porque los jóvenes llegan a ellas pensando que son buenos y a la hora de sacrificarse se abandonan".
En 1956, a sus veintidós años batió por primera vez el récord mundial de la hora, que hasta entonces, estaba en posesión del italiano Fausto Coppi. Baldini se lo quitó después y no lo recuperó hasta 1967, superando la marca de Riviere.
Desde amateur tenía fama de hombre peligroso. No era bueno al sprint, y siempre prefería las carreras por etapas. Pero Jacques Anquetil nunca preparaba las etapas del Tour, prueba que ganó en cinco ocasiones. Sólo un día antes miraba el recorrido y lo meditaba un poco, porque lo más importante era ganar, aunque sólo fuera por mínima diferencia y con el menor esfuerzo. Ganar corriendo a tope, le parecía de tontos.
Las tesis de Anquetil también tienen sus excepciones. Como, por ejemplo, en aquel Tour de 1963, cuando Federico Martín Bahamontes (vencedore en 1959), iba líder y se disponía a coronar su segundo gran triunfo en la prueba más prestigiosa del calendario internacional. En la etapa reina, una de montaña, ya se daba como vencedor al español. Aquel día sí que pensó que debía intentarlo todo y correr a tope. Se jugó el todo por el todo y consiguió ganarle. La táctica calculadora de Anquetil siempre ha contrastado con la practicada por la siguiente gran figura del ciclismo mundial, Eddy Merckx, al que todos los entendidos han valorado por encima del as francés. Merckx, en la carretera, era insaciable y no sólo se conformaba con imponerse, sino que la mayoría de las veces conseguía humillar a sus rivales. El corredor belga, además, era más completo, especialmente en la faceta del ciclismo fundamental para sumar los triunfos, los sprint. Merckx era mucho más rápido en las llegadas y su afán de victorias le hacía arriesgar para ganar etapas incluso sin ganancias de tiempo. Lograba sus mayores diferencias, como Anquetil, en las contrarreloj.
Los grandes rivales de Anquetil fueron en la montaña Bahamontes y el luxemburgués Charlie Gaul. En pruebas contrarreloj, Baldini, y en llano, el belga Rick Van Looy, que ganó todas las clásicas del calendario. Posiblemente, si Van Looy no hubiera tenido que competir contra Anquetil, lo habría ganado todo. Era un ciclista muy completo y atacaba desde el primer momento.
En cuanto a Raymond Poulidor 'Pou Pou', eterno número dos del ciclismo francés, que sufrió durante toda su carrera deportiva la superioridad de Anquetil, el país había fabricado su imagen como la de un gran adversario para Anquetil, pero no era cierto. Su gran adversario fue siempre Bahamontes, Pou Pou pasaba de todo y no tenía clase para ser número uno, según comentó Anquetil. Y la verdad es que, en un Tour, que salía favorito, porque no participó Anquetil, ganó Felice Gimondi, quedando el tercero, detrás del español Pérez Francés.
Por otro lado, Anquetil sentía una especie de, llamémosle envidia sobre Bernard Hinault. Decía que era el mejor de todos, pero que no tenía adversarios. Para él, era fácil triunfar, porque sale a ganar desde el primer momento. Sin ser un especialista, corre rápidamente, escala bien y rueda en llano al tren que le conviene.
Anquetil ganó el Tour y el Giro el mismo año en dos ocasiones. Comentaba que aunque un corredor pudiera ganar las tres vueltas en el mismo año, el no quise hacerlo porque desmoralizaba. Si hay más ganadores, hay rivales. Si no la gente se desanima y pierde interés. En fín, reflexiones de un ciclista, que a pesar de que entrenaba poco, y se alimentaba mal, fue todo un campeón, una especie de semidiós en su país, Francia, pero jamás logró conquistar el corazón del pueblo. Un tipo duro y seco, fácil de admirar pero difícil de amar. Demasiado rubio, demasiado calculador, de mirada fría y distante.
Las pruebas de control antidoping deberían ser suprimidas según el corredor francés. "Estoy en contra de ellas, porque es muy difícil saber donde empieza el doping realmente. Si corres 250 kilómetros sin tomar nada, te agota. Pero si tomas azúcar, dicen que corres drogado. Un corredor, cuando compite, necesita comer cuatro veces mas que una persona normal. Pero, un simple café o un exceso de proteínas pueden dar controles positivos. Yo procuraba retrasar siempre los controles, inventando excusas. Una vez dije que no quería desnudarme delante de la gente y así ganaba tiempo". Anquetil tenía claro que "el doping, de todas formas, no reemplaza ni el entrenamiento ni al campeón. En cuanto al alcohol, no es bueno para los ciclistas. Hay que hacer un esfuerzo enseguida de tomarlo, porque si no, se agarrotan las piernas".
Hasta que se despidió en Amberes, en 1969, derrotando a Eddy Merckx, Jacques Anquetil había conseguido triunfar cinco veces en el Tour de Francia, dos en el Giro de Italia, siete en el Gran Premio de Lugano, una en la Vuelta a España, dos en la Dauphine-Libèré, cinco en la París-Niza, nueve en el Gran Premio de las Naciones, 35 etapas en el Tour de Francia, además de los récords de 45 días consecutivos con el maillot amarillo del Tour y otros tantos con la maglia rossa del Giro. Casi nada al aparato, como diría aquel...
Manuel Pérez Aguirre.
Gran artículo, Manuel.
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