miércoles, 21 de marzo de 2018

Marco Pantani en La Cipressa


Marco Pantani, el escalador, se inflamó, dejó volar su corazón y sus piernas siguieron. Fue en La Cipressa, nombre sonoro de la Milán-San Remo, pero cuesta pocas veces decisiva. Pantani, el genio, intentaba un imposible, pero Michele Bartoli, el celoso número uno mundial, no quiso dejarle respirar. Siguiéndole, atrapándole, dejándose llevar por los impulsos de El Pirata, Bartoli, el corredor que quizás más merece venecer en la carrera más fácil de correr y más difícil de ganar, perdió la cabeza y la victoria. Fue un gesto de soberbia inmadura. Llegado, 10 kilómetros más tarde, El Poggio, el otro punto de renombre antes de la meta en Via Roma, ni Bartoli, ni Pantani, ni los otros seis que tras ellos se habían embarcado, tuvieron fuelle para intentar un segundo vuelo. Tampoco lo tuvieron Rebellin, Boogerd y Vandenbroucke, los considerados favoritos. Laurent Jalabert, él, no tuvo derecho a mostrar que no podía: un problema respiratorio le dejó fuera de juego cuando el ataque de Pantani. Todos, capturados. Todos, condenados al sprint.Triste destino el de Gabriele Colombo, el arcángel varesino, condenado de por vida a demostrar que su triunfo en la San Remo de 1996 no fue un golpe de suerte. Demarró ante el Santuario della Guardia, subió los 3,7 kilómetros del Poggio en 6.02m, a 37 por hora, bajó solo. Le sobraron 1.200 metros. Zabel ya había tomado posiciones. El alemán, ganador los dos últimos años, se preparaba para convertirse en el primero de la historia que ganara la Classicissima tres veces seguidas. Era el más fuerte para el sprint y lo iba a demostrar. Lo demostró, pero sólo sprintó para la segunda plaza. 600 metros antes de la meta había saltado Andréi Tchmil, el viejo soldado trotamundos. El belga nacido moldavo, con nacionalidad ucrania antes y residente en Italia lograba, a los 36 años, con su estilo de toda la vida, su tercer triunfo en un monumento. Antes, en 1994 y 1997 habían caído la París-Roubaix y la París-Tours.
Tchmil, como Zabel y Jalabert, tuvo una noche agitada. A las 4.30 de la mañana los comisarios de la UCI sacaron de la cama a todos los componentes del Telekom, Lotto, ONCE y Festina para someterlos a análisis de sangre. Ninguno pasó el límite de 50% de hematocrito.

Por Manuel Pérez Aguirre (c)


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