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sábado, 12 de enero de 2019

En defensa de Eddy Merckx


Siguiendo al estupendo post de Alfonso Harek sobre el puñetazo a Merckx en el Tour 75 y algunos comentarios que surgieron, publico este artículo para romper una lanza en defensa de Merckx.

Es verdad que el Merckx del Tour 75 no era el mismo que el de años anteriores, y estaba claro que su declínio ya había empezado. Pero sus posibilidades permanecían intactas, la prueba es que en la primavera de ese mismo año cumplió una excelente campaña de clásicas, ganando Milan-San Remo, Tour de Flandes, Lieja-Bastogne-Lieja y Amstel Gold Race (además de 2º en Paris-Roubaix, 3º en Flecha Valona y 2º en Campeonato de Zurich), casi nada. Algunos dirán, “de acuerdo, pero las clásicas no tienen la misma exigencia que la alta montaña de un Tour de France”. Además, Thévenet había ganado el Dauphiné Liberé y estaba en estado de gracia. Es correcto. Pero Merckx, aunque no disponía del mismo “punch” en montaña y su cuerpo recuperaba menos, a mi modo de ver en julio del 75 tenia como mínimo las mismas posibilidades que el francés. Lo que hizo el puñetazo del energúmeno llamado Nello Breton a 200 metros de la meta del Puy-de-Dome contribuyó a desequilibrar la balanza.

Una vez terminada la etapa Aurillac-Puy-de-Dome, Merckx acusa dolor agudo en el costado derecho y es llevado al médico del Tour, el Dr. Miserez, quien diagnostica un hematoma a la altura del hígado y le proporciona un calmante denominado Glifanan. Esa noche el líder del Tour no puede dormir adecuadamente. El día siguiente era jornada de descanso, un día que Merckx dedica a curarse, entrenar y planificar la etapa siguiente, Niza-Pra Loup, la etapa reina que constaba de un viaje de 217,5 Km por 5 puertos alpinos (St. Martin, Couillole, Champs, Allos y Pra-Loup). La noche anterior a esa gran jornada, el maillot amarillo siguió sin poder descansar debido a las molestias causadas por el golpe.

Empieza la etapa y a los pocos kilómetros de que el pelotón dejara Niza, Merckx sigue quejándose de intenso dolor. El Dr. Miserez vuelve a administrarle dos pastillas de Glifanan. Una vez calmado el dolor, Merckx sigue disputando la etapa con gran energía y espíritu combativo. Tanto que en el col de Champs, después de varios intentos de Thévenet, es Merckx quien ataca y consigue abrir hueco. Thévenet hubiera perdido contacto si no es por la ayuda de su equipier Raymond Delisle.

Cerca de la cima del col d’Allos, penúltima dificultad del día y el puerto más difícil de la jornada, Merckx lanza un hachazo y pasa la pancarta con 8 segundos de ventaja. Suficiente para abandonar la vigilancia de Thévenet y hacerle pasarlas canutas en la bajada. Merckx, que era un fantástico especialista, llega a la base de la montaña con 1’10” de adelanto sobre el francés. Solamente quedaban 7 kilómetros hasta la última cima, Pra Loup, un puerto de segunda categoría. De repente, a 5 kilómetros del final, Merckx rompe, flaquea, se vuelve un corredor del montón, pierde todo el beneficio de lo que había sido hasta ahora una gran jornada, diciendo adiós al maillot amarillo. No era una pájara, ya que él se había alimentado correctamente antes de subir el col d’Allos. Una vez en el hotel y después de pasar por el masaje, Merckx no presentaba signos de haber sufrido un desfallecimiento.

Luego de esa gran derrota del “Ogro de Tervueren”, varios especialistas en medicina deportiva opinaron en contra del medicamento con el que había sido tratado, el Glifanan, argumentando que lo habían eliminado de su botiquín ya que el mismo privaba al deportista de su tono físico y tenia efectos tóxicos sobre el organismo. De hecho, muchos años después (1992) la Comunidad Europea retiró todos los analgésicos con principio activo de glafenina, entre los cuales estaba el susodicho Glifanan. Siendo así, ¿por qué los servicios médicos del Tour lo tenían en su farmacia? La explicación es que el Glifanan funcionaba muy bien para tratar el dolor radical, y en las carreras ciclistas por etapas se intenta curar y recuperar al deportista lo antes posible. Pero no es lo mismo que sea prescrito a un gregario que solamente quiere terminar la carrera dignamente que a un corredor que se encuentra disputando la victoria y tiene que estar al 100% de su capacidad.

Aun así, años más tarde, Merckx declaró que lo que realmente provocó su derrota no había sido el Glifanan, sino otro medicamento prescrito por el médico de Molteni, el Dr. Cavalli, para reducir el hematoma en la zona del hígado.

El Sr. Breton había acertado bien el golpe, el mayor “atentado” del anti-Merckxismo consiguió su objetivo, el odiado Caníbal no volvió a enfundar nunca más el maillot amarillo.


Por Antonio Sanchez (c) 2019



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lunes, 7 de enero de 2019

De Porte Maillot (Paris) al velódromo de Roubaix


Me gustaría compartir a continuación un artículo publicado el 25 de abril de 1896 en la que puede ser considerada como la primera revista que trataba sobre el deporte del pedal en España: "El Deporte Velocipédico".
En el nº 67 de esta publicación, la cual se autodefinía como "órgano bisemanal de ciclismo y todos los deportes", podía encontrarse una curiosa crónica sobre "la primera prueba en carretera organizada por Le Vélo y por el velódromo de Roubaix". Dicha competición, cuya punto de partida había sido Porte Maillot en Paris y cuyo vencedor resultó ser el alemán Josef Fischer, les sonará a los lectores que tengan algún conocimiento de la historia del ciclismo y en particular de la gran clásica Paris-Roubaix.






Desde Francia. 
Paris 20 de Abril de 1896. 

Un tiempo magnífico ha presidido la primera prueba en carretera organizada por Le Vélo y por el velódromo de Roubaix. Desde las primeras horas de la madrugada un gentío inmenso se agolpaba á la Porte Maillot para presenciar la salida de los corredores.

Estos han sido llamados á las 5 h. 1/4 de la mañana. Se presentan 48. A las 5 1/2 Paul Rousseau dispara un pistoletazo que es la señal de salida; los corredores se lanzan á toda velocidad, marchando á la cabeza Guignard y Meyer.



La salida de la gran prueba en Porte Maillot, Paris. Foto: Wikipedia.


Como dato interesante debo participarle que en el momento de la salida dos perros han echado á correr detrás de los ciclistas, y á pesar del gran número de máquinas que rodaban por la carretera, ningún ciclista ha sufrido accidente alguno.

Por Saint Germain (18 kilómetros) han pasado los corredores en cl siguiente orden: Linton, Fischer, Meyer, Guignard, Stein, Garin. Son las 6 y 2 m. En 23 minutos se han cubierto, pues, los 18 kilómetros.

En Beauvais (86 kilómetros) ha llegado primero Arturo Linton á las 8 h. 4 m. Firma y vuelve á partir. Linton ha cubierto los 86 kilómetros en 2 h. 34 m.

A las 8 h. 5 m. 30 s. llega Guignard; Garín y Fischer á las 8 h. 8 m.; Meyer á las 8 h. 16 m. 3 s.; Stein á las 8 h. 17 m. 30 s.; Eo á las 8 h. 24 m., y poco después van llegando los demás.

En Breteuil (2.° control volante, 117 kilómetros) llegan iguales Linton y Fischer á las 8 h. 55. m. 30 s.; Garin, tercero á las 9; Meyer á las 9 h. 12 m.; Stein á las 9 h. 17 m.

En Amiens (2.° control fijo, 149 kilómetros) los corredores llegan por este orden: 1.°, Linton; 2.º, á una rueda, Fischer. Se ha producido una lucha terrible entre estos dos corredores por ganar la prima de 150 francos ofrecida al primer carrerista que llegase á Amiens. Esta, como se ve, ha correspondido al inglés Linton por un soberbio embalaje antes de entrar en Amiens.

En una cuesta que hay á la salida de este pueblo, el tándem que entrena á Linton coge á un perro, cayendo el animal, tandemistas y Linton, sin graves consecuencias para éste; no así para las máquinas, que se hacen añicos.

Linton ha firmado ante el control de Amiens á las 9 h. 56 m.; Fischer á las 9 h. 56 m. 5 s. Sin tomar nada parten inmediatamente.

Garín, tercero, alas 10h. 1 m; Meyer, cuarto, á las 10 h. 17 m. 30 s.; Stein, quinto, á las 10 h. 23 m. 47 s.; Eo á las 10 h. 31 m. 30 s.

En Doullens (3.er control volante, 179 kilómetros), Fischer llega á las 11 h. 6 m.; Garín á ias 11 y 17; Linton á las 11 y 24; Meyer á las 11 y 31; Stein á las 11 y 42; Eo á las 11 y 45.

En Arras (3.er control fijo, 217 kilómetros), Fischer llega primero á las 12 h. 17 m. Está muy fresco; Garín llega segundo á las 12 y 40; éste viene más fatigado que el anterior. Meyer, tercero, 5 m. después que Garín; se entera del avance que le llevan los otros corredores, y parte enseguida. Stein llega cuarto á la 1 y 3; Linton, quinto, á la 1 y 10. Después aparecen Eo y Boinet.

En Seclin (4.º control volante, 254 kilómetros) pasan los corredores por el siguiente orden: Fischer á la 1 h. 38 m.; Garín á las 2 h 10 m ; Meyer a las 2 h. 12 m.; Linton á las 2 h. 28 m. 30s.; Boinet á las 2 h. 28 m. 10 s.; Stein á las 2 h. 43 m., y Eo á las 2 h. 49 m.

Pero donde se ha reconcentrado la atención de todos los ciclistas ha sido en Roubaix, punto de llegada.

Las calles de la población estaban atestadas de gente, ávida de presenciar el resultado de la lucha. Al son de La Marsellesa es recibido el primer corredor que llega al velódromo de Roubaix, que es el alemán Fischer. Ha hecho el recorrido de 280 kilómetros en 9 h. 17 m. Da las seis vueltas de pista obligatorias á una velocidad de 31 s. por vuelta. Más de 50.000 personas le aplauden frenéticamente. Desciende de la máquina muy fresco y aguarda en la pelouse la llegada de Meyer y Garín. A las 3 y 10 llega el segundo, Meyer, y un minuto después Garín, que á 12 kilómetros de Roubaix, ha sufrido una tremenda caída, á pesar de la cual ha continuado brillantemente el resto del recorrido. A las 3 y 32 llega cl cuarto, Linton, que ha caído varias veces después de Amiens.

Linton atribuye á esos accidentes el haber llegado el cuarto, y ha lanzado inmediatamente un reto á Fischer á correr 200 kilómetros en carretera. La apuesta y la fecha las deja á elección de éste.

Boinet llega el quinto al velódromo; pero durante las seis vueltas obligatorias de pista es adelantado per Stein, que termina la carrera á las 3 y 48. Boinet, á las 3 h. 48 m 50 s. El séptimo llega Van Berendonck, a las 3h 54 m 30 s.



El vencedor de la primera Paris-Roubaix, el alemán Josef Fischer.
Foto: Wikipedia


- Hasta aquí llegaba el articulo original. Para mas información, comentar que la prueba se celebró realmente el día 19 de abril y la clasificación completa es la siguiente:

1 Josef Fischer (GER) - 280 Km en 9h17'00" (30,162 Km/h)
2 Charles Meyer (DIN) - a 25'00"
3 Maurice Garin (FRA) - a 28'00"
4 Arthur Linton (GBR) - a 45'00"
5 Lucien Stein (FRA) - a 1h01'00"
6 Boinet (FRA) - a 1h01'50"
7 Emile Van Berendonck (BEL) - a 1h07'50"
8 Henri Aries (FRA) - a 1h43'00"
9 Gaston Pachot (FRA) - a 2h02'00"
10 Pierre Mercier (FRA) - a 2h16'00"

Por Antonio Sanchez (c) 2019




lunes, 13 de febrero de 2017

MARCELINO SÁNCHEZ ALBA


Marcelino Sánchez Alba


UNA GRAN FIGURA DEL DEPORTE CICLISTA

Marcelino Sánchez Alba, el pundonoroso corredor de Cambados perteneciente a La Ciclista Viguesa



Entre las viejas glorias regionales del ciclismo, figura una de inmensa personalidad y amor propio, que ya no nos podemos resistir a silenciar por más tiempo.           


Muchas fueron las prendas que aureolaban la acción deportiva de este corredor natural de Barrantes y es una lástima verdadera que desde la guerra para acá, haya dejado de actuar este diamante en bruto.


            

Aquel pedalear elegante que mostraba a su vez una cadencia perfecta, una sensación de poderosa máquina capaz de los mayores esfuerzos.


            

Subía con gran facilidad, llenaba quilómetros y quilómetros sin descomponer un momento el conjunto uniforme de caballero con su burra. No era manco en el sprint, y si bien es verdad que no brilló como merecía, fue por tener en frente al mejor de los sprinters de España en pruebas de fondo en carretera, Delio Rodríguez, pues a él nos referimos, sabe mejor que nadie donde llegaba la poderosa potencia de Marcelino.           


¡Ah si hubiera llegado a las pruebas con la preparación de un Delio! Hijo de familia humilde, el mayor de doce hermanos, teniendo que trabajar de sol a sol para ayudar a los suyos.


           

Con nostalgia recuerda el cronista cuando una mañana se personó en las obras de una carretera en construcción en la Península de Morrazo para invitarle a la Vuelta al País Vasco.


            

Allí se encontraba nuestro héroe ataviado con cernos modestísimos, sin siquiera darse cuenta de la gran calidad de atleta que en él había y sin sospechar siquiera la gloria imperecedera que por nuestra mente le deparábamos en el campo del deporte nacional y extranjero. Y allí se hallaba este atleta ayudante de canteros y de gestos sencillos sin descuidar un momento un puchero que contenía el condumio del día. Pero con una bondad innata que le distinguía, nos dice, “si ustedes lo creen así, mañana me uniré a mis compañeros”.


            

Sánchez fue y corrió, y demostró en una prueba de gran categoría, selectísima entre los mejores de Europa, que se puede alternar con esas figuras fuera de serie aunque su preparación fuera más acorde con un pico de canteros. Nosotros estamos asustados con las facultades de este muchacho. Muy pocos o quizás ninguno sería capaz de tomar parte en tal prueba y entrar en las metas en los tiempos reglamentarios que se marcan en estas súper carreras.


            

¡Que gran campeón a la vista! Lo comparábamos sin querer con Frantz, Bottechia, Busse, Binda, Guerra, Pelissier y tantos otros campeonísimos.


            

Pero todo desgraciadamente se malogró… porque nuestro hombre fue a cumplir sus deberes militares, habiéndolo metido en la guerra en la que fue herido en Brunete donde perdió lo mejor de su fortaleza física y luego nada…




(Extraído de un artículo de “Riancho”, publicado en El Pueblo Gallego a principios de la década de 1940)

sábado, 11 de febrero de 2017

GEORGES RONSSE Y EL MUNDIAL DE 1928



Traducción de un relato publicado en 1974 en el libro de Theo Mathy “Les Geants du Cyclisme Belge” (“Los Gigantes del Ciclismo Belga”). 


En cabeza, está en cabeza después de más de 150 kilómetros. 


Hace una hora que dejó plantado, sin darse cuenta, en una pequeña subida, a su amigo y único compañero, Jules Van Hevel. 


Va el primero. Y Georges Ronsse, por lo tanto, es un corredor perdido. No tiene referencias de ningún tipo. ¿Cuántos kilómetros faltan para meta? ¿Cuál es su ventaja? ¿Quiénes son los hombres que lo persiguen? Nada. No sabe absolutamente nada. 


Es como si corriera en pleno desierto. Casi no hay espectadores, no hay seguidores. Y en los raros vehículos que lo han adelantado, gente que él no conoce. Sin embargo, ha reconocido a una persona, en un coche. Un alemán. Le ha gritado "Wiewiel?" ("¿Cuánto?"). Le responde "Eine stunde". Una hora? Eso no me dice nada. A menos que falte una hora para la llegada... 

¿Dónde nos encontramos? Cerca de Budapest, el 16 de agosto de 1928, en plena canícula, en medio de la final del campeonato del mundo de profesionales. Es la segunda edición de la carrera, inaugurada el año anterior en Nurburgring por el italiano Alfredo Binda. 


Georges Ronsse vuelve la mirada hacia atrás. Y ve, de repente, trescientos metros por detrás de él, a un corredor con un maillot azul. - "Un italiano" - dice para sí mismo - "Binda, evidentemente. O Girardengo! De cualquier manera, maldita sea, estoy perdido. Después de tanto tiempo tirando..." 


Sin embargo, sigue rodando. Y vuelve a retornar la mirada. Constata que el corredor que le persigue no gana terreno. A George Ronsse le llega un pensamiento como un relámpago: - Después de todo, viene de producir un esfuerzo. Posiblemente él también estará fatigado. Le voy a enseñar que si quiere ser campeón del mundo, antes tendrá que emplearse a fondo para vencerme. 


Y Ronsse se inclina un poco más sobre su bicicleta. Se lanza en la batalla con sus últimas reservas. Su estilo ya no tiene nada de elegante, sus piernas ya no se mueven como una pieza mecánica bien engrasada. No se atreve a volverse. Tiene sed. Sufre. Siente dolor en las piernas, en los brazos, espalda, por todo el cuerpo. Pero sigue luchando. - "Hasta el final", se dice a sí mismo, "iré hasta el final". 


Nadie lo alcanza. Es el ganador. Y se derrumba, una vez rebasada la línea de meta, en los brazos de un comisario. 


El nuevo campeón del mundo se despierta en la habitación del hotel. La cortina está bajada. Jef Dervaes, uno de los tres belgas que han participado en la carrera, entra y se acerca a la cama de su amigo. 

Georges le pregunta: 

- ¿Como he podido resistir a Binda? 

- Binda, ¿pero quién habla de él? Si ha abandonado. 

- Entonces era Girardengo. 

- Tampoco ha terminado. 

- Entonces quién era ese italiano que me perseguía a 300 metros? 

- No había ningún italiano. No había nadie. Estabas solo. Has ganado con 19 minutos de ventaja sobre el alemán Nebe. 

Georges no entiende nada. 

- ¡Pero si había un corredor persiguiéndome! 

- ¡Ah, ese! No era un corredor, sino un acompañante, con un bidón. Quería darte agua, pero no logró alcanzarte... 



Campeonato del Mundo Ruta – 1928 


1. Georges Ronsse (Belgica) 191,7 Km en 6h20’10” (30,26 Km/h) 


2. Herbert Nebe (Alemania) a 19’43” 


3. Bruno Wolke (Alemania) m.t. 


4. Joseph Dervaes (Belgica) a 36’13” 


5. Walter Cap (Austria) m.t. 


6. Max Bulla (Austria) m.t.


7. Otto Cap (Austria) m.t. 


8. Ferdinand Le Drogo (Francia) a 42’26”