miércoles, 14 de marzo de 2018

Mister 60... Un señor danés.


Nunca se ha probado nada, o nadie ha querido menear el pasado. Sin embargo, las revelaciones del ex cuidador del Telekom, a propósito del dopaje generalizado en el equipo alemán hasta 1996, recuperan una historia 'mítica' de los años 90.
Bjarne Riis fichó por el equipo alemán Deutsche Telekom en 1996, después de mostar un notable aumento de sus prestaciones en el Tour del año anterior, con el equipo italiano Gewiss-Ballan. Con los germanos -y con un gran Ullrich- ganó la 'Grande Boucle' e impidió el sexto triunfo consecutivo de Miguel Indurain en el Tour de Francia.
Dos años después de su coronación en los Campos Elíseos, con motivo del 'caso Festina' que sacudió el Tour '98, trascendió que su apodo dentro del pelotón era 'Mister 60%' en referencia a las tasas de hematocrito que supuestamente había dado en aquellos años en los que aún no se había establecido el control de sangre y establecido el tope del 50% de hematocrito.
Los controles hemáticos se instauraron en la temporada 1997 y los primeros análisis se efectuaron en marzo, con motivo de la París-Niza. La acción impuesta por la UCI, con la aceptación del sindicato internacional de corredores, se justificaba por el clamor de que en el pelotón se abusaba de la EPO.
Esta hormona permite una mayor oxigenación de la sangre y retrasa la aparición del cansancio, pero resulta peligrosa porque puede provocar trombos en el deportista. Ya se habían anotado los primeros casos mortales en corredores holandeses, la mayor parte de ellos aficionados.
El apodo de 'Mister 60%' al ex corredor danés vino apoyado documentalmente por un reportaje de la cadena danesa DRTV en su intento de desmontar la excusa de que el organismo de Bjarne Riis producía anómalamente una tasa de hematocrito muy superior a la del resto de los mortales.
Los datos pertenecían, al parecer, a los controles efectuados en el equipo Gewiss Ballan en 1995. Según los documentos aportados, Bjarne Riis tenía una tasa de 41% de hematocrito en enero de 1995 y del 56,3% el 10 de julio de ese año, cuando terminó quinto la gran prueba francesa.
En aquellos tiempos, los cirujanos metían constantemente el bisturí en el pelotón para resolver problemas de circulación sanguínea de los ciclistas. Muchos de aquellos integrantes del ciclismo profesional tuvieron que pasar por el quirófano para resolver la obstrucción del flujo arterial en la arteria ilíaca. Los casos aumentaron de forma exponencial a mediados de los 90.


Fuente: El País


Manuel Pérez Aguirre (c)


Bjarne Riis



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