martes, 5 de junio de 2018

Marco Pantani


Hoy hace 19 años fue un día triste para el ciclismo y para Marco Pantani. Todos los que le seguíamos con expectación, no entendíamos nada de lo que ocurrió en aquel Giro de Italia.
El relato que a continuación os pongo estuvo escrito por el diario El País, pero con ello no quiero crear polémica.
"El sábado 5 de junio de 1999 a las 7.25 de la mañana exactamente, desde el momento en el que Beppe Martinelli, el director del Mercatone Uno, llama a la puerta de la habitación que ocupa Marco Pantani en el hotel Touring. Al técnico le acompaña un inspector de la UCI. El día de la última etapa importante, se subirá el Mortirolo, los 10 primeros de la clasificación general deben someterse a un control de hematocrito. Si el hematocrito (los glóbulos rojos) supera el 50% del volumen de la sangre extraída, se expulsará de la carrera al corredor, quien no podrá recuperar su licencia hasta 15 días más tarde. Pantani, que marcha primero y muy destacado, esperaba el control. Se viste rápido y baja a un salón del hotel, donde le extraen la sangre. Después, tranquilo, regresa a su habitación y sigue durmiendo. La noche anterior, el médico del equipo le había analizado la sangre. Su hematocrito estaba lejos del límite de 50.
“Las etapas anteriores, Marco estaba desencadenado. Quería ganar el Giro y quería ganar en todas las subidas. Quería dejar su sello. Había ganado en Oropa, en Alpe di Pampeago y, la víspera, en Madonna di Campiglio”, recuerda José Luis Arrieta, ahora director del Movistar, corredor entonces del Banesto, que justamente había estado en fuga la etapa de Campiglio. “Iba con Pascal Richard y alguno más, y en los falsos llanos antes del puerto, Pantani, que había atacado al pelotón, nos pasó como una exhalación”. El mito del Pirata, del ganador del Giro y el Tour del 98, alcanzaba su máxima exaltación. Miles de chavales pegados a la tele soñaban con imitar su valor y su desdén por el peligro, su ansia constante, su deseo de atacar siempre. Uno de esos chavales se llamaba Alberto Contador. Tenía 16 años y ya empezaba a destacar como escalador. En su equipo juvenil pronto empezarán a llamarle Pantani.
A Pantani, al verdadero, volvió a visitarle en su habitación del Touring Martinelli un par de horas después del control. El técnico bresciano regresaba del hotel cercano en el que los técnicos de la UCI habían analizado las muestras y había estado reuniendo valor para atreverse a decirle lo que le tenía que decir: ¿Qué has hecho, Marco? Tu hematocrito es del 52%. Estás fuera de carrera. Nunca ganarás este Giro.
Pantani entra en el baño, se mira en el espejo y con el puño destroza su reflejo. Se corta con los cristales, la sangre brota de su puño derecho.
Como entonces no había un método analítico para detectar la EPO, el hematocrito se usaba de manera indirecta. Sin embargo, lo que demostraba la hoja que señalaba el 52% de Pantani era justamente lo contrario, que el sistema era una farsa: Pantani no había sido diferente a los demás, sencillamente había tenido menos cuidado con la dosis. Varios de los analizados aquel día, como Paolo Savoldelli, quien heredó la maglia rosa del desposeído, o Ivan Gotti, que terminó ganando el Giro, habían calculado tan bien que su hematocrito era de 49,9% justo en el límite.
Pasa el tiempo, pero Pantani no baja al vestíbulo. Sí lo hacen algunos compañeros, como Marco Velo, Stefano Garzelli y Enrico Zaina, quienes se declaran anonadados y rebeldes. “Si Marco no sale, nosotros tampoco”, declaran. “Fue una decisión conjunta, común. No hubo necesidad de votarla”, recuerda Velo. El Mercatone Uno se retira en bloque. Ninguno de sus corredores termina el Giro. Pasada la una del mediodía, cuando el pelotón ya ha partido hacia Aprica, vía Mortirolo, donde la policía tiene que negociar con fans de Pantani para que no bloqueen la carrera, baja el Pirata de su habitación. Escoltado por varios carabinieri, el ciclista abandona el hotel sin abrir la boca, la mirada en el suelo. Del hotel Touring sale, a la vista de todos, un ciclista que va a iniciar un acelerado proceso de autodestrucción y soledad. Cuatro años y medio más tarde, el 14 de febrero de 2004, muere después de varios años de drogas y depresión. Nunca entendió que Italia, su Italia, le traicionara de esa manera. Nunca dejó creer en que hubo un complot para destruirlo, que alguien saboteó su sangre. Su madre, Tonina, quien se niega a creer aún que su hijo muriera de sobredosis, también sigue trabajando para que no se deje de investigar el posible sabotaje.
¿Error, conspiración?
Entonces, si todo el mundo sabía que iba a haber control, si el equipo había tomado la precaución de medirlo la víspera, si no tenía ninguna necesidad el Pirata de doparse porque ya había ganado el Giro. ¿Por qué el análisis detecta un hematocrito superior al permitido? Martinelli y Rempi comparecen ante los periodistas e intentan explicarlo. El director se confiesa perplejo y aventura dos razones. "La primera es científica: según me ha dicho Rempi, el hecho de que llevemos varios días a más de 1.500 metros de altura, por un lado, y el paso del frío al calor y al frío, que ha incrementado la deshidratación, por otro, son dos factores que pueden haber influido".La otra razón es la conspiración: "Ha sido un atentado al ciclismo. Alguien buscaba hundirlo y lo ha conseguido". Pantani está recluido en su habitación, solo. Recibe alguna visita de ánimo, como la de Felice Gimondi, el penúltimo italiano que ganó el Giro. Su gente vaga por el hotel. Los mecánicos recogen las bicicletas y las guardan en el camión. Los otros corredores hacen la maleta. El padre del Pirata espera en la roulotte de su hijo. El presidente del club de fans de Pantani hace autocrítica. "Le sobró ganar la etapa de Madonna", dice. Y también declara con total seriedad que alguien ha cambiado la sangre de su ídolo, que es imposible que tuviera ese hematocrito. Recuerda cómo Pantani ha defendido a los demás ciclistas, cómo ha liderado revueltas contra los análisis abusivos... Recibe una llamada en su móvil. "Me cuentan mis lugartenientes en la carretera que algunos quieren cruzar los coches y las roulottes en el Mortirolo para que nadie lo suba si no está Pantani. Les he dicho que eso lo último, que como mucho organicen una manifestación en la meta, pero que no interrumpan nunca la carrera".
A la una de la tarde Marco Pantani monta en el coche de su amigo y portavoz Andrea y se va. Pasa por una clínica y en un análisis de hematocrito, según comenta, da 47,7 %. Después se encierra en su casa de Cesenatico. "Sólo pido que me respeten", dice el Pirata. "Pero ante todo, quiero saludar a mis tifosi. Me duele que el ciclismo salga así de esto"."

Por Manuel Pérez Aguirre (c)

Marco Pantani

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